En estos momentos en el que se aproxima la época navideña se vienen a mi mente lindos recuerdos como también aquellas enseñanzas que nos dejó una época dorada con sus más y sus menos, recuerdos imborrables de diciembres memorables donde siempre había espacio para estar felices y sin dudarlo era la época más feliz del año como lo es aún en esta época.
Todo se preparaba, todo comenzaba el día de las velitas aquel 8 de diciembre donde se marcaba el inicio oficial de las fiestas navideñas e igualmente la de la preparación de eventos en el barrio de decoración y el afamado pesebre vivo, donde participamos los niños del barrio, un pesebre donde muchos participamos el cual estaba bien preparado para la puesta en escena del 24 de diciembre a las 7 de la noche, momento en el cual se les daba inicio a aquella obra teatral si lo podríamos llamar así.
Aquel pesebre era representado por los niños y dirigido por una persona que además de ocuparse de la logística y organización dejó un gran legado y no hablo de la organización del evento, habló de lo que aprendí aun siendo un niño de la realidad de la vida.
Lo primero para poder postular a este pesebre vivo era obviamente pertenecer al barrio, también no ser de cualquier familia, ni tampoco ser demasiado feo y aunque suene cruel así sucedía, todos aquellos que no cumplían con estos requisitos no podían ni siquiera postular estaban por fuera automáticamente.
Los que entraban lo hacían de acuerdo a los criterios de la señora Vilma de las casas la organizadora de este evento. El rol en el pesebre era definido de acuerdo a criterios establecidos por ella, si eras de los menos acomodados del barrio o de las familias que estaban pasando necesidades eras pastor, si estabas más o menos y no eras tan feo mercader, los mejores papeles estaban destinados a los más lindos y más adinerados, pero si eras muy feo hacías de árbol además con algo de suerte porque a algunos les decían en los ensayos mañana no vengas.
Vilma de las casas era una mujer cruel de un metro y setenta centímetros, piel blanca y cabello pintado siempre de rojo oscuro, utilizaba zapatos puntudos de tacón alto y sus manos estaban llenas de joyas que sonaban constantemente, amaba el cigarrillo y fumaba mientras dirigía los ensayos, no se podía entender como los padres confiaban sus hijos a semejante bruja. En una época tan bella y siendo niños esta mujer nos mostraba la dureza de la vida a niños de 8 a 15 años.
Era racista, clasista huraña mala persona además grotesca, pero delante los padres era algo totalmente diferente su voz cambiaba era dulce, al mejor estilo de las brujas de Disney la verdad hasta las uñas le hacían parecer una de las brujas más temibles de cualquier película de terror.
¡Durante 20 días en su casa practicábamos el pesebre todo como sucedería, todos teníamos un libreto y para ensayar nos decía vengan comidos y bañados que no quiero a gente oliendo a fundillo y no se sienten en la sala! afuera en el patio.
En su casa no ofrecía ni siquiera agua y cuando alguien se equivocaba en el libreto lo gritaba y lo amenazaba de sacarlo del pesebre.
Hoy día ya el tiempo paso soy padre y trato de enseñarle a mi hijo la igualdad y el respeto, aunque muchos niños de esos crecimos con valores, muchos fueron fuertemente influenciados por esta mujer nefasta, ellos crecieron de esa manera reproduciendo lo que alguna vez vieron como algo muy normal.
Una persona puede influenciar y endurecer el corazón de un niño no permitamos confiar nuestros hijos a personas sin valores y sin respeto por los demás.
Aaaah se me olvidaba yo era un pastor del pesebre no me fue tan mal, pero aquel pesebre navideño, aquel pesebre del horror donde por primera vez en mi vida me sentí discriminado quiero dejarte un mensaje a ti madame Vilma de las casas …
Donde estés después de 30 años y si por si acaso lees este cuento debes reconocerte y además saber que a mi corta edad pude ver que tan cruel puede ser una persona, aprendí lo que no se debe hacer y a identificar a la maldad, esto fue lo positivo de esta situación.
¡Feliz navidad para todos!
Autor: Boris Sánchez Maldonado