Si por algo será recordada doña Elvia Chadid Jattin, tanto por chicos como por grandes, será por haber descrito de manera poética y real al departamento de Sucre.
Ella y su hermano Fortunato le dieron vida al Himno de Sucre, una magistral composición no solo literaria, sino también musical, porque ellos también fueron los autores de la melodía.
Elvia partió a la eternidad este lunes tras padecer afecciones respiratorias y renales. Murió en su casa, donde recibía cuidados médicos permanentes.
Franca, directa, creyente en Dios, Elvia tuvo una carrera prolífica.
Su amigo y colega Frank Rodríguez Chávez recordó en sucrenoticias.com que Elvia había labrado desde muy joven una prolífica carrera literaria y musical.
El primer libro que se le conozca lo tituló De lo profundo a lo alto, una serie de poemas místicos que sacó en los 80.
Prosiguió con un libro cristiano de cartas a Jesús, que tituló Hola, camarada. Luego se dedicó a la crítica con Colombia, estás en la olla y Colombia herida.
Su último libro fue Círculo en llamas, que lanzó con apoyo de la Unión de Escritores de Sucre.
En la música
«Elvia era, ante todo, cantante. Tenía un estilo muy peculiar, muy particular, muy singular. Era muy propia, muy genuina. Además, era una gran compositora», sostiene el escritor.
Sus éxitos fueron grabados por grandes orquestas como la de los hermanos Martelo, Calixto Ochoa, Pello Torres y los Diablos del Ritmo, con quien cantó.
Su música no se quedó en Sucre porque Alci Acosta le grabó el bolero Un día.
«Éxitos que fueron de mucha fama, gloriosos, por ejemplo: Culé Culá, Cuidado con la muchacha, La culebra cabezona, Fiesta en Cartagena, y otros, que no recuerdo», añade.
Pero su aporte más perdurable es y será el Himno del Departamento de Sucre, del cual fue coautora con su hermano Fortunato.
«Lo sé porque conozco manuscritos, ya percudidos por el tiempo, del puño y letra de Fortunato Chadid, su hermano, en cuyas cartas él le decía: «Hermana mía, no nos han dado ni cinco centavos por nuestro himno, que tú y yo hicimos en compañía»», revela.
De hecho, en su lecho de enferma, Rodríguez le recordó el tema en una entrevista folclórica que le grabó. Le preguntó por qué el nombre del Elvia no aparecía en ningún lado como coautora.
«Porque fue voluntad de ella misma, ni siquiera del propio Fortunato, quien sí quería que apareciera ella. Ella quiso concederle todo ese honor, toda esa gloria a su hermano (q. e. p. d.) para que fuera el autor, pero, realmente, entre los dos, compusieron tanto la letra como la música», señala.
La última vez que Frank habló con Elvia fue hace menos de un mes. Cantaron juntos boleros de la vieja guardia, tenía la memoria lúcida, jugaron parqués y almorzaron en la sala.
Una mujer creyente
Para la comunidad católica, Elvia fue un ícono, pues su fe la llevó a fundar el primer gran ministerio de música que existiese en Sucre: Jóvenes de Cristo.
«Cuando los congresos de la Renovación Carismática eran copiosos, venía mucha gente de todas partes de Colombia y del continente americano. Ella, con su ministerio musical, encabezaba estos congresos carismáticos, que hoy van por el 35. Y nosotros comenzamos con el primero o segundo», detalla.
La mejor forma de recordar a Elvia, añade, es leyendo sus obras, escuchando su música, y en su funeral, que suenen los acordes del himno con el que engalanó para siempre a Sucre, interpretado, sin duda, por la Banda Departamental.