Calixto ochoa Nacido en Valencia de Jesús – Cesar en 1934. Es un intérprete polifacético en la materia musical, fue elegido Rey en el III Festival de la Leyenda Vallenata 1970 al mismo tiempo se le reconoce su capacidad de intérprete clásico del vallenato, sus cualidades extraordinarias para componer e interpretar aires musicales que cultivan la atención de sus seguidores por el contenido picaresco de sus versos, cuyo argumento se adapta a todos los públicos del universo, algunos de los títulos que han inmortalizado su talento más allá de las fronteras patrias son: ‘La Ombligona’, ‘Compae Menejo’, ‘Todo es para Ti’, ‘El Africano’, ‘Martha’, ‘Marilí’, ‘Lirio Rojo’, ‘Los Sabanales’, interpretadas por los conjuntos de los Hermanos Zuleta, Jorge Oñate, Diomedes Díaz y los Corraleros de Majagual, entre otros.
En el plano internacional la difusión de sus composiciones ha correspondido a Franck Pourcel, Wilfrido Vargas y Paul Murriat. En los primeros años de vida profesional vivió en el municipio de Codazzi – Cesar y posteriormente se radicó en Sincelejo – Sucre por allá en el año de 1956.
En su recorrido musical vencio para el máximo trofeo a Nafer Durán y Emilianito Zuleta. Los sabanales, El calabacito, El viejo del sombrerón, El pirulino, La medallita, y muchos otros clásicos de la música tropical colombiana, tienen nombre propio, el de una leyenda del folclor como Calixto Ochoa.
Calixto Ochoa nació en la población de Valencia de Jesús, departamento del Cesar, el 14 de agosto de 1934. Sus inicios musicales se remontan a su niñez cuando se escapaba de la casa y se iba a las parrandas que se hacían en las fincas del Cesar, donde sus hermanos mayores, buenos acordeoneros, tocaban hasta el amanecer. Según sus propias palabras, le cogía a escondidas el acordeón a sus hermanos Juan y Rafael Ochoa y así aprendió el manejo de este instrumento de origen alemán. “Con el tiempo y con esfuerzo compré un acordeón y comenzaron a buscarme para que tocara en las fincas y en los pueblos de por aquí. Hasta que en una ocasión un amigo me propuso que saliéramos a recorrer la Costa”.
A los 19 años se marchó del hogar y estuvo en San Jacinto, Carmen de Bolívar, Ovejas, Corozal y otras poblaciones, en la época en que el conjunto vallenato sólo estaba compuesto de acordeón, guacharaca y caja. De pueblo en pueblo, llegó a Sincelejo en 1956 donde realizó su primera grabación, que tuvo muy buena acogida y le abrió las puertas a las grandes disqueras del país. Tenía 21 años cuando grabó su primer disco titulado El lirio rojo para el desaparecido sello ECO. Esta canción, que tuvo muy buena acogida en toda la Costa, le abrió las puertas de las grandes casas disqueras del país.
Discos Fuentes fue la primera en llamarlo y fue artista exclusivo de ésta por más de una década. Tras 13 años de trabajar para Discos Fuentes, ensayó con otras empresas, pero siempre volvió a la compañía con la que tantos triunfos construyó.
En 1961 fue fundador de la famosa agrupación Los Corraleros de Majagual, junto con Alfredo Gutiérrez, Eliseo Herrera, César Castro, Lucho Pérez y Antonio Cavas. Todos ellos eran jefes de sus propios conjuntos y un buen día decidieron conformar un “conjunto de conjuntos” que agrupara a las principales figuras de ese momento, algo parecido a lo que había hecho la Sonora Matancera en Cuba.
Calixto Ochoa creó su conjunto con el cual interpreta sus propias obras, que ha compuesto en ritmo de paseo, porro, son, cumbia y paseaíto. Este último, el paseaíto, fue un ritmo creado por él en Cartagena, que es un paseo con un poco de más movimiento. Tanto con Los Corraleros de Majagual como con sus propios conjuntos, realizo actuaciones en diferentes países del exterior de los cuales se destacan Venezuela, Estados Unidos, Costa Rica, Panamá, Ecuador, Nicaragua y República Domincana.
La historia dirá que el tiempo no lo complació y que Calixto Ochoa murió en la madrugada del 18 de noviembre de 2015 a causa de una isquemia que le provocó la disminución del flujo sanguíneo. Quedan sus canciones, las grabadas y las inéditas, y todos los detalles de una vida dedicada al oficio del folclor, el juglar de Los sabanales, ese retratista generoso, se convierte en leyenda y su música en un himno inmortal.
fuente: El vallenato , El espectador